NACHO ESCUIN. DICIEMBRE 2012
BIOGRAFÍA
Escuín Borao (Nacho Escuín) (
Teruel,
Aragón,
1981) es
poeta,
narrador,
editor y
crítico literario español.
Licenciado en Filología Hispánica por
la Universidad de Zaragoza y Doctor en Teoría
de la Literatura
y Literatura Comparada (Universidad de Zaragoza), fundó y dirigió durante años
Eclipse. Revista literaria universitaria, para después crear y dirigir
la editorial Eclipsados, con sede en Zaragoza y
colecciones de poesía, narrativa y ensayo. Comenta novedades literarias en Turia,
Eclipse o el suplemento Artes y Letras del Heraldo de Aragón. Ha sido incluido en
varias antologías
de poesía y prosa.
Actualmente trabaja también como profesor de Literatura en
la Universidad San
Jorge de Zaragoza y dirige el proyecto editorial Ediciones de
la Universidad San
Jorge y el Servicio de Actividades culturales de la citada universidad.
Obra poética
- Profundidades (2005).
- Ejercicios Espirituales
(2005).
- Pop (2006).
- Couleur (2007).
- Americana (2008).
- Habrá una vez un hombre
libre (2010)
- El libro de Oriana
(2012)
ALGUNOS DE SUS ESCRITOS
Lisboa
Si esto fuera Lisboa yo
podría hacerte creer en algún café que soy heredero de Pessoa, o rodeados por
las luces amarte y decirte que un collar de uvas blancas nos abraza. Adoro las
luces de Lisboa, redondas y descomunales, sueño con ellas tantas noches que al
despertar creo estar allí en ocasiones. Pero no, mire donde mire no encuentro
Lisboa, y quizá tampoco encuentro lugares más cercanos y conocidos. Busca
Lisboa en tu corazón y llena tus manos de su primavera, aquí y en mi pecho hace
frío.
Lo bueno y lo malo de los viernes por la tarde es, quizá,
la sensación de haberse
merecido el descanso, de haber alcanzado la meta semanal y al mismo tiempo ver
cómo tantas cosas quedan en el tintero. Lo bueno y lo malo. Lo recto y lo
incorrecto. Cuando el sol se va ya y presagia el primero de tantos viernes
oscuros porque has llevado a tu vida a un túnel sin salida, te has convertido
sin darte cuenta o sin querer hacerlo en uno de esos que salen a comprar con el
coche para cargar lo suficiente para todo el fin de semana y que mira a las
dependientas de las tiendas con deseo, como si en ellas estuviera la respuesta,
la solución a un viernes que se anochece y presagia un sábado más de radio,
café y libros. La esperanza reside en los ojos de quienes nos atienden. No, no
quiero un kilo de patatas, te quiero a ti.
No conozco ya nada de lo que me rodea, he dejado de ser propietario de aquello que está cerca de mis manos y
quizá nunca vuelvan a ser míos los objetos que yo compré y al cerrar los ojos
se olvidaron. Todo lo que hemos hecho mal debe estar registrado en alguna
parte, seguro que existe una señal que nos indica el punto en el que las cosas
pueden ser corregidas, pero no creo que pueda verlo ya. Extraño entre mis
propias cosas, ausente de la vida en la que he vivido, partidario de la vida
libre y muy débil, mucho, tanto que si alguien me pregunta quizá al contestar
desaparezca. Ni la verdad ni yo existimos, al menos hemos dejado huella, todo
el mundo habla de nosotros.
I
Lupita se muere. Su corazón sufrió un infarto masivo hace
exactamente dos días. Cuarenta
y ocho horas que caminan tan lentas
que no sabemos si se trata de un sueño.
Pero no lo es, y
Lupita se muere lentamente
y requiebra a la
muerte desafiante, pero sabe que la va atrapar, que llegado el momento tendrá
que entregarse a ella.
Con los pulmones
encharcados, edema
de pulmón lo
denominan, y una cardiopatía
de la que ahora no
recuerdo el apellido, así aguarda en la unidad de cuidados intensivos, en la
sala polivalente, que se apague el dolor que le oprime el pecho, la sed que no
puede apaciguar y el fin de la vida.
Lupita se muere y
es imparable, y lo único
que hoy soy capaz
de hacer es escribir
sobre ella.
II
Una mínima
esperanza. De repente surge
la posibilidad de
que salga del trance.
No va a poder
moverse después, apenas respirar y quizá no llegue al final
del invierno...
pero va a salir de ésta.
El médico se
debate entre el milagro
y una enorme
satisfacción por el deber cumplido, y sonriente señala un dígito
que según me
cuenta representa el número
de respiraciones
por minuto.
Ya casi no hay
líquido en los pulmones
y podrá
prácticamente respirar
con normalidad, lo
malo es que va a tener
que aprender a
vivir sin corazón