08 abril 2013

POETA DEL MES

ROSENDO TELLO. ABRIL 2012



Rosendo Tello Aína (Letux, Zaragoza, 1931). Doctor en Filología Hispánica, crítico literario y, fundamentalmente, poeta, galardonado en 2005 con el Premio de las Letras Aragonesas por toda su trayectoria lírica.

Cursó estudios de Filología Hispánica, doctorándose con una tesis sobre la poesía de Juan Gil Albert. Fue toda su vida, hasta obtener la jubilación, catedrático de Instituto de Enseñanza Secundaria. En su juventud formó parte del grupo poético de la Tertulia del Niké, al que pertenecía Miguel Labordeta.

OBRA POÉTICA

En su obra poética se pueden distinguir tres periodos:

  • El inicial, de 1959 a 1969, abarca sus tres primeros poemarios: Ese muro secreto, ese silencio (1959), Elegía de la piedra (1968) y Fábula del tiempo (1969). En esta época se aúna una percepción barroca o surrealista a una voluntad de ordenación y armonía en el mundo, que hunde sus raíces en un carácter clasicista y otra querencia de trascendencia metafísica que se concentra en la tierra.

  • Al periodo de madurez (1970-1990) corresponden los libros de poesía recogidos en Del vigilante y su fábula y su estructura remite a los estadios de Kierkegaard: estético, ético y religioso. En este libro colectáneo se publicaron sus poemarios Paréntesis de la llama (1975), Libro de las fundaciones (1973), Baladas a dos cuerdas (1979), Meditaciones de medianoche (1982) y Las estancias del Sol (1990). Su época inicial individualista y trascendente se transforma ahora en una voz épica y colectiva que aspira a la comunicación y comprensión del mundo. Aparece también la reflexión metapoética y metalingüística. Sus constantes de tierra, mujer y poesía tienden en este periodo a fundirse.
    Si hay un rasgo identificador de toda esta poesía ese sería el de la tierra, concebida simbólicamente como centro ideal donde se fusiona todo el cosmos, reuniéndose historia, tiempo, individuos y humanidad, sobre un paisaje de raíz geológica, pero dinámico en su historia y arte. Finalmente, todo ese mensaje se proyecta en la comunicación con la sociedad, como crítica y aun a veces como sátira. Todo ello conforma la fábula de ese ser humano (el vigilante) que, sin embargo, nunca contemplará la tierra ideal buscada.

  • Con Más allá de la fábula (1998) Rosendo Tello comienza un tercer periodo más universal si cabe, y extenso en espacio y tiempo, que se desarrolla en Augurios y leyendas de un tiempo que se va (2000).

  • Sobre la actualidad de Rosendo Tello, adjuntamos un artículo aparecido recientemente en el Periódico de Aragón.

Hacía algunos años que Rosendo Tello (Letux, Zaragoza, 1931) no publicaba poesía. Recogió su lírica completa en ‘El vigilante y su fábula’ (Prames, 2005), que ya llevaba el marbete que lo acreditaba como Premio de Las Letras Aragonesas de 2005, y en 2008 apareció el primer volumen de sus memorias: ‘Naturaleza y poesía’ (Prames), centrado en su inicial deslumbramiento ante el paisaje, la música, la lírica y el presagio feliz de algunos cuerpos femeninos, rotundamente hermosos: «Una mujer desnuda entre mis brazos», una imagen en la que sigue insistiendo. Luego Rosendo tuvo un infarto y le han quedado algunas secuelas que le han afectado al habla, sobretodo. De ahí que, recuperado en todas sus facultades salvo en esa, tan determinante para él, elocuente, fabulador y barroco, apenas le hayamos visto. Rosendo Tello pasea a diario, queda con algunos amigos, conversa con Maribel, que siempre ha sido su musa y su ángel tutelar, lee y escribe.

Estos días, coincidiendo con la feria, acaba de aparecer un nuevo poemario: ‘El regreso a la fuente’ (Prames, 2011. 62 páginas), que es un libro inequívocamente de Rosendo Tello. Un libro que se sitúa en un territorio mágico y simbólico, ese país del alma gobernado por la luz lunar y el destello del sol, presidido por la memoria y la melancolía, la presencia de la música y los ruiseñores (más del alba aquí que de la noche), la búsqueda del edén, el temor a la desaparición o el diálogo encorajinado con la muerte. Un libro que resume muchas de las virtudes del poeta: la elección de un lenguaje pulcro y rico, la creación de una trama que se desarrolla en un espacio mental de fulgor onírico, el sentido del ritmo y una inclinación incesante a la belleza. Rosendo Tello es un poeta que atiende a la pureza del decir: en la construcción de la metáfora, en el uso de los vocablos, en el nudo alquímico de los términos de cada verso.


Este libro es un compendio de muchas cosas. Incluso de la enfermedad. Incluso de la incertidumbre, del desconcierto de existir contra las ruinas del cuerpo. Y es un poemario donde Rosendo Tello –lector apasionado de Paco Brines, de Juan Gil-Albert o de Luis Cernuda, entre otros- también reflexiona sobre el lenguaje y la lengua misma en un poema portical. Dice: «Mil lenguas no podrían expresar el enigma / del sueño del amor o del sentido del sueño. / Tratando con las cosas no acierto a darles nombre, / deseando me pierdo en un mar de arrecifes; / así que toda lengua me lleva a un territorio / inexplorado aún, donde sólo es real / el silencio que mentan el olvido y la muerte». Tres asuntos evidentes aquí: el lenguaje es insuficiente, considera el escritor, y la doble asechanza del olvido y de la muerte. Y por extensión, Tello también medita, cuando menos alegóricamente, de la lengua que ha perdido, o que se ha desposeído de la nitidez de antaño como consecuencia de la dolencia inesperada.


A partir de ahí, el libro se organiza en cuatro secciones, que parten de cierto pesimismo, del dolor de vivir. En la primera parte, Rosendo habla de la condición del extranjero del hombre en su propia vida, extraño de sí y extraño en todo, del pálpito de la sombra, de la vejez y de esa terrible desaparición del futuro. Los poemas de esta parte se titulan ‘Lejanías’, ‘Rosas negras’, ‘Desparecer’, ‘El final de una época’, ‘El ruiseñor que calla’, que vendría a ser por extensión el propio poeta, o ‘Tiempo vacío’, un poema clave en el conjunto. Títulos que son casi estados de ánimo. Anota: «El lugar que resiste es el más frío; / cae la noche lentamente en él / y lloran los fantasmas que habitaban / los desvanes del cielo».


Este estado de desánimo y amargura persisten en la segunda parte del libro, aunque ahora está teñido de una búsqueda que se mezcla con la añoranza. En la tercera parte ya se percibe un camino hacia la luz y la esperanza, con algunos poemas de evocación y de exaltación del mundo, como ‘Magia’, que contiene muchos elementos de la poética de Rosendo Tello: la música que salta, las flores del jardín, el piano que suena en la noche temblorosa, la oscilación del corazón del mar. La última parte culmina la travesía hacia una plenitud que integra a todos, «habladores; todos, fabuladores, /animales y cosas y hombres, de mirar extasiados, / (…) El tiempo que ahora llega y resplandece / en esta palpitante y serena plenitud».

 

ALGUNOS EJEMPLOS DE SU OBRA

 

POÉTICA

 

Abrir el mar con llaves de ceniza

expresa simplemente lo que dice:

“Abrir el mar con llaves de ceniza.”

No le busquéis sentido al sinsentido

ni más complejidad a lo imposible

que es el arte precario de escribir.

Quizá se entenderá cuando me vaya,

que el habla sin sentido de la vida

se aclarará en el sueño de la muerte.

 

LETUX

 

«Es una parte oscura
que quiero iluminar.
Las hojas secas
o os hablarán con precisión y asombr
del tiempo volteado en los aleros,
del caer de sombríos canecillos,
golondrinas tardías del otoño. (…)
La eternidad airee
las copas silenciosas
de la fecunda higuera
e hinche los caballones,
y una canción aliente
los sufridos arados (…)
Dejad –lo quieren mis voraces lágrimas–
que se oscurezca aún más y más la fábula».

 

SE OYE EN LA NOCHE EL RUISEÑOR DE KEATS

 
«Si esto es morir, saber que ya no somos extranjeros
de otro mar y otros climas, que la melancolía es embeleso
del silencio sagrado en que tu voz se exalta,
la vida no es lamento de miserable rima
o fúnebre canción. Si esto es la poesía,
tomar el pulso a la niñez del agua,
un idioma anterior a la vida y a la muerte,
facilidad de andar siempre desnudos con el alma en flor
por los altos de mayo, tu música no miente.
Dormidos o despiertos, una campana está tañendo
sobre el alba»

 
LA VOZ DEL VIGILANTE


Vida, sueños y amores
dejarás cuando suenen las campanas del alba
y alguien recuerde al sol que ya no estás aquí,
que te fuiste en silencio como cuando llegaste.
Que todo sigue igual, como si tú jamás,
sombra de luz en sombra, hubieras existido.